La mirada como poder y la obra de arte como una posibilidad de evidenciarlo, para cuestionar nuestra manera de ver, para cuestionar nuestras formas de reaccionar ante el mundo. En mi proceso artístico intento crear imágenes que invitan a ser examinadas.
En un mundo tan visual como el actual, un mundo para “Ver y ser vistos”, quiero reflexionar sobre lo que veo y lo que no veo, lo que creemos que veo y lo que realmente veo. La mayoría de las veces no son nuestros ojos los que ven si no es nuestra mente. Planteo al espectador la tarea de educar la mirada.
Recorro las ciudades, tomo fotografías que luego utilizo para desarrollar mi trabajo, una parte importante de este se basa en el encuadre de la obra, en la descripción de todos sus personajes, en las historias que nos cuentan ... Los pasos de cebra, me permiten delimitar a esos personajes y hacer visibles a los invisibles. Me sumerjo en la multitud, una multitud que me atrae, me paraliza, me mueve, me sorprende, me arrastra, me agita ...
Pintar lo que me provoca: Las personas ... sus gestos, sus miradas, sus pasos, sus silencios, sus miedos, sus pensamientos ... su interior y su exterior.
Solas o en multitud.